jueves, 27 de marzo de 2014

MITOLOGIA CELTA : GREENMAN

También llamado cariñosamente el hombre verde, es un símbolo encontrado en tiempos antiguos tallados en piedra y madera en catedrales europeas y que se cree representa la personificación del dios celta Cernunnos, dios de la naturaleza y de todos los seres vivos. Es fácil incluso verlo en vidrieras de colores o como adorno en los márgenes de los manuscritos antiguos, algo que llama mucho la atención. Se cree que la iglesia, como con todo lo pagano, aprovechó este símbolo para exaltar su religión puesto que no pudieron erradicar los ritos que lo rodeaban a este enigmático símbolo.



Normalmente se muestra como una cabeza de hombre fomado a partir de hojas o de vegetación, aunque en raras ocasiones aparece el rostro de una mujer. Según varios historiadores, parece que los celtas compartían la creecia de que la cabeza humana era la sede del alma, con lo que el culto a este símbolo vendría derivado de una fuente invocación a lo que ellos consideraban como la esencia de la naturaleza. Podríamos decir que la vegetación que forma este peculiar rostro vendría a representar la unión de la humanidad con la naturaleza además de simbolizar el concepto de renovación y regeneración, algo muy utilizado en la leyendas celtas, tal como ocurre con la leyenda de Sir Gawain y el caballero verde.

Marko Tull.

La Flor de Agua

Muchos son los símbolos celtas que decoran las casas, hórreos y paneras o aperos de labranza de gran parte del norte de España.
Los más habituales son los trisqueles, tetratrisqueles o como en este caso, la flor del agua.



Estos símbolos heredados de nuestros antepasados celtas, imprimen con sus formas, en piedra, madera o cuero, un halo de magia. Aunque su verdadero significado se pierda con las antiguas civilizaciones se cree que representan símbolos solares de buena suerte y protección que imploran la llegada de una buena cosecha.




En el caso de la flor del agua, muchos son los ritos a los que acompaña en la noche de San Juan, el solsticio de verano, la noche más corta del año que cada año se viste de hogueras y ritos paganos que celebran la llegada del buen tiempo y de la estación de la abundancia. En zonas como Asturias sigue siendo habitual que al despuntar el alba tras esta noche se recoja el rocío, también llamado la flor del agua, al que se le atribuyen propiedades curativas y mágicas.