jueves, 25 de junio de 2015

DANNY BOY

Danny Boy es el título de una de las canciones más representativas de la cultura irlandesa. Aunque el origen de la música es incierto y se atribuye a diferentes autores irlandeses, corresponde a una antigua tonada conocida como 'Aire de Londonderry' en referencia a la ciudad de Irlanda del Norte. El registro más antiguo de dicha tonada se remonta a 1855.
 


En 1910 el abogado, músico y escritor inglés Frederic Edward Weatherley (1848-1929) de Somerset compuso la canción Danny Boy asociada a otra música diferente. Dos años después su cuñada Margaret, que había emigrado a Colorado, Estados Unidos, con su marido le remitió la música del 'Aire de Londonderry' que había escuchado a unos buscadores de oro. Weatherley adaptó inmediatamente su canción a la nueva música y la publicó en 1913, convirtiéndola en un gran éxito. Aunque la melodía había sido grabada con anterioridad, la primera grabación de la canción tal y como se conoce hoy en día se debe a la cantante de ópera Ernestine Schumann-Heink en 1915.
La canción es considerada casi un himno irlandés, los equipos deportivos de Irlanda del Norte la utilizan como himno en algunos juegos de la commonwealth.

Oh Danny Boy, the pipes, the pipes are calling From glen to glen,
 and down the mountainside. The summer's gone, and all the roses falling.   
´Tis you, 'tis you must go and I must bide.

   But come ye back when summer's in the meadow
   Or when the valley's hushed and white with snow,
   ´Tis I'll be here in sunshine or in shadow.
   Oh Danny Boy, Oh Danny Boy, I love you so.
   But if you come and all the flow'rs are dying
   And I am dead, as dead I well may be,
   You'll come and find the place where I am lying
   And kneel and say an Ave there for me.
   And I shall hear, though soft your tread above me,
   And then my grave will warmer, sweeter be,
   For you will bend and tell me that you love me,
   And I shall sleep in peace until you come to me.
 
 

Fiesta de la Diosa ARTIA

Para los celtas diosa del equilibrio, la Guerra y la Victoria, Reina del Cielo y de La Tierra, de sus campos y cosechas, Artia es en esencia algo mas que una Divinidad agrícola, ya que en ocasiones es definida como Diosa del cereal. Su función dentro de la mitología celta es muy similar a Cerridwen, e incluso hay quien considera que se trata de la misma Divinidad aunque nombrada de forma distinta, pues a Cerridwen se la considera de origen galés, mientras que a Artia se la adoraba sobre todo entre los pueblos celtas del centro de Europa. Sin embargo, aunque son evidentes las similitudes, existen también notables diferencias.

Cerridwen es la Diosa de la Regeneración, de la Naturaleza en todos sus contextos; Artia (también Artio o Adartia), por su parte, representa a la Naturaleza en relación a la Tribu. Es decir, está íntimamente unida a la organización agrícola de la sociedad celta, siendo la Divinidad que provee a las aldeas y pueblos celtas, la que hace posible que los humanos disfrutemos de la abundancia de la Naturaleza.

 
Cabría pensar que una Diosa de estas características debiera celebrarse en primavera, o en épocas de cosechas, y no tras Samhain, en el momento de mayor oscuridad del año. Lo cierto es que existe bastante polémica al respecto, pues no hay ninguna fuente histórica incontrovertible que asegure la celebración de la fiesta de Artia en una fecha concreta. Sin embargo, muchos grupos paganos (tanto wicca como druidas) celebran a Artia el 18 de noviembre. La razón se debe a su animal tótem: el oso. Este es un símbolo de poder y orden social entre los celtas. Es probable que al ser estas las fechas en las que los osos comienzan a hibernar, en algunas regiones del viejo continente se celebrasen festividades en honor a Artia, a modo de despedida hasta su regreso pasado el invierno. Sin embargo, esta es, obviamente, sólo una teoría, que aunque nos parece plausible, resulta imposible demostrar con la información que tenemos hoy en día de los pueblos celtas.
 

 
Pese a lo dicho sobre las dudas de la fecha elegida para su celebración, el papel de Artia en las tradiciones celtas fue de primer orden, y no podemos pasar por alto la oportunidad de honrar a esta Divinidad que ponía la Naturaleza al servicio del hombre y su organización social; o mejor dicho: hacía posible el equilibrio entre la Naturaleza y la sociedad humana, un equilibrio hoy roto y que hace doblemente importante recuperar estos conceptos para nuestra sociedad tecnificada.