Entre los antiguos galos destacaban en cada tribu los jefes,
los chieftains, que tenían gran autoridad sobre los demás y estaban
encargados de velar por su seguridad. A él estaba unido todo su clann
(palabra gaélica que significa familia). Una de las características de los jefes
era la de la responsabilidad suprema, puesto que, en caso de fallar o de ser
vencido en batalla debía de pagarlo con su entrega o con su vida. Muchas veces
después de la derrota, los jefes celtas admitiendo su responsabilidad se han
suicidado (como la reina Boudicca) o se han entregado al vencedor (caso de
Vercingetórix).
La figura del rey tenía entre los celtas un sentido religioso muy fuerte. A él
se debía la felicidad del pueblo y su riqueza agrícola. En ocasiones, los reyes
llevaban el nombre de algún dios: Nuada Necht, Nuada Fin Fail, etc. El rey no
podía ser imperfecto de cuerpo, ni tampoco de espíritu. Si era injusto, como
Lugaid mac Conn, no crecían en su reino hierbas y frutos. Su vida estaba rodeada
de extraños tabúes y siempre circulaban numerosas leyendas acerca de su
elección. Era simbolizado por el toro, tarvos. La entronización era la
banaisrigi (boda del rey); la esposa era la tierra de los antepasados.En
contraste con el simpático y bonachón Abrarucurcix de los cómics, tenemos en la
imagen de aquí abajo a un jefe celta de la Galia que de veras existió:
Vercingetorix. Era de la nación celta de los arvernos, una de las naciones más
poderosas de toda la Galia. Encabezó una astuta y tenaz rebelión y resistencia
contra las tropas de Julio César. No fue el único líder que se opuso a los
romanos, hubo otros como el eburón Ambiorix, el catuvelauno Casivelauno, o el
trévero Indutiomaro...pero de entre todos, Vercingetórix fue el que más
problemas originó a los romanos. Bajo su mando, muchas naciones celtas unidas,
consiguieron múltiples victorias frente a patrullas romanas, saquearon los
campos de trigo y cereales para impedir el abastecimiento a los romanos.
También
con Vercingetorix, se desarrollaron tres de las batallas más cruentas de toda la
campaña de las Galias. La batalla de Avaricum, donde los romanos arrasaron toda
la población haciendo una gran matanza que puede calificarse de genocidio, la
batalla de Gergovia, donde los romanos sufrieron un descalabro importantísimo y
la batalla de Alesia, donde tras un largo asedio, se entregó Vercingetórix al verse derrotado. Entregó sus armas a César y este lo envió a Roma, donde seís
años después lo exhibiría ante el pueblo de Roma como su mayor botín de las
Galias. Ese mismo día, César mandó estrangularlo en la carcel conocida como
Tullianum.
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